El Estilo y ornamento

 

El estilo y el ornamento en la arquitectura mantienen una relación estrecha, ya que uno ayuda a definir y reforzar al otro. El estilo funciona como el medio a través del cual la arquitectura, junto con los materiales y las formas constructivas, representa distintos momentos históricos. De manera similar, el ornamento es el elemento que se integra al estilo para hacerlo más comprensible y reconocible. Es importante entender que todo ornamento tiene una razón de ser dentro del estilo al que pertenece; fue creado para responder a una intención específica. Cuando se comprende esta relación, la obra arquitectónica se puede interpretar de una manera más completa.

El estilo es lo que convierte a una estructura en un referente histórico. Existen diversos estilos arquitectónicos, como el moderno, barroco, gótico o romántico, cada uno con características propias. Por ejemplo, al diseñar una vivienda, el arquitecto debe decidir primero qué estilo desea emplear. Si se opta por un estilo moderno, este suele enfocarse en la funcionalidad, la practicidad y la simplicidad, transmitiendo elegancia y sofisticación. El estilo no se manifiesta únicamente a través de elementos físicos, sino también mediante el uso de la luz y la sombra, que ayudan a expresar el carácter del edificio. Un diseño bien logrado permite identificar el estilo arquitectónico, independientemente de si es moderno, barroco o de otra época.

Por su parte, el ornamento forma parte esencial del estilo. El tipo de ornamento que se utiliza contribuye a que el estilo arquitectónico sea más evidente. Los ornamentos no deben entenderse únicamente como decoración superficial, sino como elementos integrados al diseño que realzan la estructura y refuerzan su identidad. Por ejemplo, en un estilo romántico, los ornamentos ayudan a expresar el carácter emotivo y estético propio de ese estilo. Elementos como las texturas, los acabados de las paredes, las puertas y otros detalles constructivos pueden considerarse ornamentos. Una pared de hormigón expuesto, por ejemplo, funciona como un ornamento característico de la arquitectura moderna, al igual que rejas, molduras o detalles en fachadas y accesos.

El propósito tanto del estilo como del ornamento es otorgar vida y personalidad a la estructura arquitectónica. Como se mencionó anteriormente, ambos se complementan de manera constante. El arquitecto busca que el ornamento sea coherente con el estilo elegido para que la obra represente adecuadamente la época o el contexto histórico que se desea expresar. Por ello, resulta fundamental identificar y aplicar correctamente los elementos propios de cada período. De una u otra forma, el estilo y el ornamento siempre estarán presentes en el diseño arquitectónico.

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