Gaudi y Lahuerta

En el contexto del evento analizado, Juan José Lahuerta resalta la manera en que Antoni Gaudí trabajaba los materiales, llevándolos hacia formas cada vez más orgánicas y continuas. El mobiliario diseñado por Gaudí sirve como una clara evidencia de esta investigación formal, la cual no se limita a los objetos decorativos, sino que se proyecta de manera consistente en su producción arquitectónica.

Ambas líneas de análisis confirman que la fluidez de los materiales constituye un principio unificador en la obra de Gaudí.

En primer término, el mobiliario estudiado por Lahuerta pone de manifiesto el carácter experimental del proceso creativo del arquitecto. Las piezas diseñadas para la Casa Batlló y el vestidor del Palacio Güell reflejan una atención especial a la ergonomía y a la continuidad de las superficies de apoyo. Gaudí modeló la madera con un enfoque casi escultórico, otorgándole libertad formal y adaptándola al cuerpo humano. Estas creaciones respaldan claramente la primera proposición, al demostrar su intención de introducir formas fluidas incluso en elementos de uso cotidiano.

Asimismo, esta búsqueda de fluidez se expresa de manera contundente en su arquitectura. Proyectos como la intervención en la Catedral de Mallorca y la iglesia de la Colonia Güell evidencian un tratamiento dinámico del espacio y de la estructura, donde los elementos constructivos se curvan, se ajustan y se transforman, adquiriendo una cualidad casi orgánica. En estas obras, Gaudí traslada a la escala arquitectónica los mismos principios formales presentes en su mobiliario, lo que confirma la segunda proposición.

En conclusión, tanto en los objetos diseñados como en sus edificaciones, la obra de Gaudí revela una constante aspiración hacia la fluidez material. Tal como señala el análisis de Lahuerta, esta coherencia entre distintas escalas y funciones es una característica esencial de su producción, reforzando plenamente la tesis planteada.